Antiguo Palacio Municipal de Monterrey, 1868. Fotógrafo desconocido.

Hará cosa de dos semanas, se difundió el derribo de una casa ubicada en el Obispado que días antes se había advertido, por instancias oficiales y no oficiales, formaba parte del parte del patrimonio arquitectónico moderno de la ciudad. La acción más la importancia del inmueble hicieron posible que hubiera una reunión pública en el Colegio de Arquitectos en la que participaron autoridades del INAH, INBA, arquitectos locales y miembros de la asociación Patrimonio Moderno. Juntos, al menos, lograron llamar la atención de nuevo sobre un tema por demás polémico y difícil de tratar.

No soy experto en temas urbanísticos y arquitectónicos, pero sí entiendo que si se hubieran preservado algunas de las edificaciones que se encontraban en lo que hoy es la Gran Plaza y sus inmediaciones, hoy tendríamos un mejor y más atractivo centro de la ciudad, por no decir nada de lo que podría ser el fake Barrio Antiguo. Pero también entiendo que el crecimiento y/o mejoramiento de una ciudad, un barrio, una colonia, incluso su seguridad, no puede depender de la preservación del trazo original y sus primeras edificaciones. Quizás la clave esté en que no se trata de que el pasado condicione el desarrollo del presente, sino más bien, lo que aun no hemos logrado, aprender como hacerlos convivir; aunque esta tampoco sea una solución ideal por los costos que supone, por ejemplo, hacer de una antigua casona un espacio para oficinas o un hotel boutique.

Si en estas áreas el problema se presenta complejo y multifactorial, hay muchas otras que viven una situación similar. Pensemos en el caso de los archivos y las bibliotecas, o en el de las pinturas, dibujos, estampados, esculturas, en el de partituras y grabaciones, en el arte popular y manifestaciones religiosas asociadas a festividades específicas. No olvidemos que también tenemos el compromiso, legal, cultural y moral, con ese otro universo que son las manifestaciones intangibles, de la comida a la lengua, a las prácticas comunitarias. ¿Qué hacer, cómo preservar; para qué? Y lo más importante, qué si hay que preservar, qué dejar envejecer, morir y desaparecer.

Un amigo cercano nos hacía ver cómo el caso del inmueble en el Obispado, es un ejemplo claro del estado en que se encuentran las leyes, federal, estatal y local, en la materia y aunque es nueva nuestra ley Estatal del Patrimonio Cultural, la verdad es que está muy lejos de poder tener una intervención efectiva en casos como el referido. Es decir, contamos con leyes, reglamentos, dictámenes y demás y aun así, son mucho más poderosos –en cuanto contundencia legal—los reglamentos y planes sexenales de obras públicas por ejemplo.

El CONARTE, que es nuestro organismo estatal en materia cultural y quien ha promovido la ley a la que nos referimos líneas atrás, cuenta con una dirección de patrimonio cultural, que mínimamente lleva un registro de lo que existe en algunas de las áreas que hemos mencionando. Para saber qué preservar hay que saber con qué se cuenta; el problema está en que para cuando se entra en los registros y/o catálogos de la institución, quizás el objeto, la práctica, la leyenda, ya no exista, cuando lo único que quede por preservar sea, quizás, un recuerdo que, además, nada garantiza su pervivencia.

Creo que como en otros temas, la solución no es una, sino que habría de desgranarse en una enorme serie acciones, cada una enfocada a trabajar en algún aspecto puntual de la problemática. Gobiernos Federal, Estatal y local, así como asociaciones civiles, iniciativa privada, escuelas y universidades, ciudadanos individuales, podrían enfocarse a crear consciencia sobre el tema. Otros estarían en capacidad de trabajar con los legisladores a fin de tener no más leyes sino completas y eficientes. Otros más, dedicados a la difusión, al señalamiento urbano de monumentos y edificaciones, etc., solo así, siendo una ciudad en que la preservación sea parte de la platica cotidiana, podremos evitar se siga perdiendo el patrimonio que es de todos y que se resumen en la ciudad y lo que en ella sucede.

 

Publicado por Milenio Diario
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